lunes, 19 de septiembre de 2011

MI PONCHO

De un nostálgico pasao
acoyarao al presente
como reliquia viviente
conservo un poncho rayao.
En la urdimbre y el tramao
ronda aborigen esencia,
y su íntima presencia
con fidelidad de amigo,
ha sido cálido abrigo
pa’ cobijar mi existencia.

Al final de un largo arreo
al pago chivilcoyano,
se lo compré a un artesano
descendiente ‘e Coliqueo;
el tiempo en su traqueteo
en el cuerpo le abrió heridas,
prolijamente zurcidas
por las manos de mi prienda,
viejo poncho y gaucha ofrenda
de rayas descoloridas.

Al contemplarlo recuerdo
la niñez de mis gurises,
hoy que mis cabeyos grises
me marcan el tiempo lerdo:
lo yevo en el hombro izquierdo
pa’ lucir sus condiciones,
y un relieve de festones
que imita flores de cardo,
resalta en su fondo pardo
listas bayas y marrones.

En el arrorró temprano
fue caricia arruyadora,
y fue musa inspiradora
en mis sueños de paisano;
fue como escudo en mi mano
en una acción no buscada,
fue bandera improvisada
pa’ largar una cuadrera,
y hoy es reliquia campera
de una época pasada.

Mi poncho fue tibio manto
cuando en el recao tendido,
campeaba un sueño perdido
mojao por nocturno yanto;
su boca se abrió en un canto
de paz, de amor, de armonía,
y hoy su grata compañía
de mi vida en el repecho,
tiene ganao por derecho
el honor de una poesía.

Versos de Juan Carlos Pirali

CAMPERA

(Romancillo) 

 Cuasi en la costita
del arroyo Negro,
en unos ranchitos
desquinchaos y viejos
que amenazan ruinas
paredes y techos,
se escuende un tesoro
de subido mérito,
una morochita,
¡válgamen los cielos!
La cosa más guapa
que ha pisao el suelo.
¡Ah china macuca!
La viera, aparcero,
que moza rolliza,
que cara, que cuerpo,
que brazos, que pieses,
que anca y que senos…!
Otra no ha nacido
cual ese lucero
en tuita la costa
del arroyo Negro.

En los pueblos, dicen
los mozos puebleros,
abundan mocitas
lindas como el cielo;
pero este cachito
que mora en modestos
ranchitos de adobe
amigo, le apuesto,
que á la más airosa
de cara y de cuerpo
no le desmerece
ni pizca, aparcero, 
a chinita hermosa
del arroyo Negro

 ¡Ah china guapaza
pa’ parar rodeo!
Tiene unos ojitos
hermosos y negros
que lanzan chispeantes
miradas de fuego,
parecen sus labios
florcitas de ceibo,
su aliento semeja
perfumes de trébol,
y es como palmera
su talle de esbelto. 

Viera que tranquito,
viera que meneo…!
¡Si es pa’ redetirse
tal cosa, aparcero,
si es perder la calma,
calentarse el seso
por la linda moza
del arroyo Negro.

Es tanto el cariño
que á ella le profeso
que su amor me tiene
sin quietú ni sueño,
pues perdí por ella
mi dulce sosiego.
Más la muy indina
que me entiende el juego,
ni me dá el envite
ni me dice quiero;
dándome esperanzas
me tiene hace tiempo,
la rica morocha
del arroyo Negro.
Muchas ocasiones
me ha dentrao el fierro
de celos ardientes,
al ver, aparecero,
que andan detrás de ella
bebiendo los vientos
varios paisanitos
y mozos puebleros,
lo mesmo que moscas
al olor del queso;
mas me tranquilizo
porque luego pienso
que mi morochita
no admite requiebros,
y que al santo ñudo
se lamben los dedos
por la esbelta china
del arroyo Negro.
Impaciente á veces
digo á mi lucero:
“¿Hasta cuando, moza,
me tendrá sufriendo
estas crueles dudas
que son mi tormento?
Deme el sí anhelado
como es mi deseo,
o el nó, prenda mía,
pues ha mucho tiempo
me tiene indeciso…”.

Mas ella sonriendo
me dice: “-Mi amigo
siga mi consejo:
siempre es conveniente
darle tiempo al tiempo;
en campos en donde
haiga mucho aujero
no apure su pingo,
andese con tiento,
que á rodar se espone 
si quiere andar presto;
mire que el pajuate
se embroma por serlo,
más el precavido
sale siempre ileso.
En cuestión de amores,
téngalo por cierto,
aquel que es costante
tiene, con el tiempo,
que obtener, dejuro
su debido premio”.

¡Ah china de lábia
la moza del cuento…!
¡Si será ladina,
colija, aparcero,
la china macuca
del arroyo Negro!
                             (Ca. 1899)

Versos de Robustiano Sotera

viernes, 2 de septiembre de 2011

CIMARRONEANDO

-Como matungo cansao
se está quedando el amargo.
-Güeno, viejo, hágase cargo
lo que lo hemos galopiao.
-Cómo tres horas, cuñao,
que le estamos atracando.
-Güeno váyalo volcando
pa’ echarle otra cebadura
y eche al juego esas achuras
pa’ que se vayan dorando!

-Pucha me ganó el lao flaco
yo ya iba a ensillar mi ruano.
-Entuavía es muy temprano.
Hay tiempo, viejo Ciriaco.
-Es que no tengo tabaco
en la chuspa ni un poquito.
-Güeno, yo de un galopito
voy a comprarle al pulpero.
-Pero traiga brasilero
de ese que viene en rollitos.

No vaya a usté a entretenerse
si está sola la pulpera
cha, viejo, es como sotera
de papada por lo juerte.
-De ande yerba, no echo suerte
ni con tabas arregladas.
-Quiere esconder la nidada
como hacen los teru-teros,
o zorro que lleva un cuero
sin sentirlo la perrada!

Y diga, de ande ha sacao
ese oscuro tan bonito?
-Se lo compré a un paisanito
en el Cerro Colorao.
-Y lo ha de haber pichinchao
al pobre mozo, de juro.
-Es cierto, andaba en apuros
sin plata y en pago ajeno.
-Y usté conoció el terreno
y le negoció el oscuro!!

Pero con tanto charlar
ya se olvidó del tabaco.
-Es cierto, viejo Ciriaco,
gracias que m’hizo acordar.
-Pero aura es mejor marchar
porque ya se nos va el día.
-Y cuando las “Tres Marías”
quieren salir de su encierro
ya sentiremos los perros
ladrando en las ranchería!!

Versos de Florentino Callejas
                      (uruguayo)

PATEANDO EL ESTRIBO

Si señores, soy surero,
desde el garrón, a las clinas,
un panal para las chinas,
espadaña del nutriero;
cantor y serenatero
pájaro de alas inquietas,
traquetiao como chancleta
con esperencia crotera,
de antigua estirpe guerrera
dimana mi papeleta.

Hijo de Dios, imperfecto,
rindo culto a la’mistad,
el bronce de la verdad
entropiya los afectos;
desecho cualquier proyecto
obsecuente, adulador,
con reboque de señor
disimulando el carancho,
¡por limpio que sea el chancho
siempre es chancho… y tiene olor!

Dulce guitarra española
como carne de bagual,
donde canta este zorzal
las calandrias hacen cola,
se atropeyan las chingolas
po’el asunto ‘e las cuestiones,
los cuervos y lechuzones
me quisieran desplumar
y ¡que apuro por cantar
le ha dentrao a los gorriones!

Aprendí en los redomones
si hace frío, y es temprano,
ser precavido, liviano
y dispuesto en los garrones;
entre matungos sobones
que no gatiyan las patas,
la dignidad, se abarata
y se empieza a desteñir.
¡No es cuestión de confundir
retreta con serenata!

Astuto como indio herido
pa’ mezquinar la persona
a la mentira embroyona
en un mundo confundido;
soy de raíz, definido,
con flores y con espinas,
¡y mi conciencia argentina
no es chicharrón de vizcacha
ni tampoco oveja guacha
que la corren las gayinas!

Y ya pego la sentada
pa’ corcoviar al descuido,
una torcida, un quejido,
y al estribo… una patada;
tengo cuchiya afilada,
en la zurda, poncho fino,
pa’ cualquier bicho dañino
sea de adentro o de ajuera
¡y no tengo más bandera
que’l pabeyón argentino!

Charlatanes de cocina
me tienen medio pasao
y bastante repunao
señores de cartulina,
el veneno que camina,
el mediocre, el resentido,
el ventajero, el bandido
orejiando los baruyos
que anda, a salto de yuyos
como el cuis, a los chiyidos.

Y me molesta el bocón,
puro jarabe de pico,
manejado del hocico
como toros a galpón,
son frágiles de opinión
cuando la taba es culera
pero, de cualquier manera
como se han puesto baquianos
se le rebalzan las manos
recorriendo las tramperas.

¡Mi hermano!, herido en el ala
es un tigre que tranquea
pero a ese, naide lo arrea
con un rebenque de chala;
cuando la Patria echó mala
dio la sangre sin cumplido,
en las buenas, abstraído
…como daga amojosada,
pero… ¡cuidao la patada
del mancarrón distraído!

Los facones caroneros,
las boleadoras, el lazo,
lanza, sable, trabucazo
tosiendo en los entreveros,
lobunos, gatiao, overos
se jugaban escarciando,
el tiempo de andar patriando
tan solo, paró rodeo…
¡Cada gaucho, es un museo
con las armas descansando!

M’echo tierra sobre’l lomo
igual que toro empacao,
el músculo amartiyao
y el aspa, con varios plomos.
Si yo juera mayordomo
de mi país, a lo ancho
pondría “guardacarancho”
y a lo largo, curanderas,
un sapo en cada bichera
¡y un chiquero, pa’ los chanchos!

Versos de Omar Moreno Palacios

(Tomado del cassette "No Es Para Mal De Ninguno" de 1985.
Se ha interpretado la puntuación y la grafía según se escucha en la grabación)