jueves, 10 de enero de 2013

BORDONIANDO!!!

A Juan Cruz Medina
 Llena el alma de tristuras,
con un carguero de males,
no tengo ya más ideales
que mis propias amarguras;
ya no forjo más dulzuras
en mi loca fantasía,
como antes confiao solía
forjarla en vana esperanza,
hoy sin fé, sin venturanza
hasta la dicha ¡me hastía!

Solo busco palpitante
una lucha sin igual,
en donde el alma genial
tienda su vuelo jigante,
quiero un rival de mi aguante,
que sienta mi mesmo arrojo,
que ande con sangre en el ojo,
contra este mundo tirano,
en fin; un rival paisano
que se estire si me encojo.

Si mal no tengo vichao,
un rival digno de mi,
¡paisano! lo colejí
cuando lo vide montao,
sobre su “bayo encerao”,
pingo lindazo; una flor!
aunque hablando sin rigor
en lenguaje gaucho neto!
¡me dije pa’ mi coleto!
¡Ah gaucho fantasiador!!!

Y como el “bayo” promete…
por la laya… ser canchero…
colijo que mi aguatero
le servirá de chijete…
y si lo corre el jinete...
que’n él se vino montao!
muerde… punta el encerao
¡”bayo” lindazo!... ¡pa’ un trance!
con pingo de tanto alcance
¿¡cómo no andar entonao!?

¡Velay! es jugar por lujo
de intento pa’ pelechar.           
¡Quién diablo le va’guantar
al “bayo” esa flor que trujo?!
Si usté mesmo sin tapujo
confiesa que’l animal
no tiene en el pago igual
que’s canchero… y ligerón!!!...
¡¡¡y tiene otra condición!!!
la de no tener… ¡rival!

Yo en un “lobuno tapao”
siempre paisano hé corrido,
y á la verdá no é salido
mordiendo… punta apurao,
y á más que aura de delgao
que lo tengo… ¡si lo viera!
le juro ni un rial me diera
por el pingo y su prendaje;
mas pa’ el solaz del gauchaje
con él le corre, Ño Herrera.
                                           (06/1905)
Versos de Torcuato A. Martínez

miércoles, 9 de enero de 2013

P'HACER BULTO

Como andando de rosita
variando mi “rabicano”
me fui hasta el rancho’e Casiano
pa’ cumplirle una visita.
¡Qué bien que’l viejo recita,
como relata una historia!,
con cuanta pasión y uforia
lo describe al personaje.
¡Si entre tuito el paisanaje
no hay naides con su memoria!

Dispués que me galopié
las tres leguas de un tirón
me hizo buya el corazón
cuando su rancho vistié;
pensé yegarme de a pié
y agazapau acercarme,
pero no tardó en campiarme,
de lejos me pegó el grito.
Quise agarrarlo chorlito
y él fue quien vino a’brazarme.

Don Casiano ¡qué gustazo!
de nuevo volver a verlo,
pero es más gusto tenerlo
estrechau en este abrazo,
va disculparme’l faltazo
-vine antiyer de un arreo-,
mas, pronto me anoticeo
que andaba medio achacau,
y aquí estoy a su mandau
como turco pa’l falseo.

Ya mesmo viá tomar nota
de lo que le anda faltando,
el royo vaya largando
y no me diga ni jota;
anda de camisa rota
y ansí no lo quiero ver,
y si lo vengo a’tender
es pa’ que luzca prolijo
…porque sé que soy el hijo
que siempre quiso tener.

No dentre a hacerme puchero
porque me le hago perdiz.
Yo quiero verlo feliz,
bien entrazau, ¡bien surero!,
y en cuanto moje el garguero
me largo pa’ lo del “Gringo”,
eso sí, me iré en su pingo
porque’n el mío he notau,
que le molesta un candau
y por áhi, me hace un respingo.

Güeno, ya salgo tranquiando
pues vienen nubes oscuras,
viá tráir algunas achuras
pa’ luego dirlas tajiando,
y pa’ que vaya pensando
le dejo colgada al gancho
mi opinión: que le’s muy ancho
vivir entre’stas paredes…
Déjeme pues que me quede
p’hacer más bulto en el rancho!

Versos de Martín Abelardo Esquivo

martes, 8 de enero de 2013

LA CINA-CINA

Yo tengo en la puerta’el rancho
una añosa cina-cina.
Muchos le tienen disprecio
porque se llena de espinas.

No se que viento sería
el que trajo su semilla,
y sufrida fue creciendo
como apareada a mi vida.

Hasta sus ramas floridas
llegaba una tacuarita,
y entre perfumes y cantos
me encontraba con el día.

En esas noches de luna
cuando se luce gallarda
la cina-cina cobija
los aires de mi guitarra.

Tiene su copa amarilla
que a un verde puro no alcanza.
Somos un mismo destino:
siempre aleteando esperanza.

Sombra escasa da el ramaje
que contonea con la brisa
y los flecos de su poncho
se van haciendo caricia.

El hombre que anda en la vida
conoce bien sus rigores.
Sabe por dura experiencia
de que no son todas flores.

Te perdono las espinas
que tienes pa’ tu defensa.
Por no tenerlas, el gaucho
se fue quedando sin tierra.

Me piden que te voltee,
dicen que estás pa’estorbar.
Vive tranquilo tu sueño
que no te pienso dañar.

Arbolito cina-cina,
yo nunca te hoy a hachar.


Versos de Linares Cardoso
               (poeta entrerriano)

lunes, 7 de enero de 2013

APADRINANDO

Para el libro "Las Hazañas 'e Don Goyo Cardoso",
de Carlos Echazarreta

Haciendo rueda al fogón
(ese clú sin reglamento
ande dentra y toma asiento
dende el mensual al patrón),
estábamos de riunión
en aquel día lluvioso,
cuando, sumando alborozo
a nuestra justa alegría,
chorreando su picardía
cayó don Goyo Cardoso…

Dentró, según lo presumo,
punteando sus intenciones,
medio a los atropeyones
y echando la culpa al humo…;
pero con cuidado sumo,
y dispués de saludar,
se jué derecho a sentar
en un banco mecedor,
muy cerca del asador
donde había un costillar.

Se riyeron los paisanos
como buscando su enojo,
mirándose de reojo
y en malicia soberanos;
él se refregó las manos,
sacó luego su petaca,
miró el costillar de vaca
con ojo experto y sereno,
y empezó a tascar el freno
como su pingo en la estaca…

Pero no pudo aguantar
el vicio de la palabra-
con él su alegría labra
el gaucho más ejemplar;-
comenzó a desenrrollar
sus curiosos abigeatos,
y así, suspensa en los gratos
episodios de su vida,
la tarde quedó prendida
como abrojo en sus relatos!

Pocas veces en la historia
de nuestras ruedas camperas,
mentiras tan hechiceras
pusieron su ejecutoria;
y han quedao en la memoria
pa’ ejemplar recordación,
porque un bravo mocetón,
Don Carlos Echazarreta,
los envainó en su maleta
sin quitarles emoción.

Aquí están, en el rodeo
parejo de este corral,
ande no se ha errao un pial
ni se ha cortao un sobeo;
sabrosas como un deseo,
valientes como una lanza,
lindas como la añoranza
de nuestras verdes cuchillas
flotan como las golillas
de una risueña esperanza.
                          (Montiel, 11/1941)

Versos de Delio Panizza

CUATRERO

-Decí, hermano, que te pasa
que llegás tan apurao,
con el caballo cansao
a entrarte dentro ‘e la casa?
Aunque el tiempo cruza y pasa
y algún recuerdo se aleja
no olvidaré que las rejas
se han abierto para vos
y por ser lo que ahora sos
murió de pena la vieja.

-Decime, ¿ya te olvidaste
de aquella noche de luna,
cuando sin piedad ninguna
la tropilla me robaste?
Bajo el freno disparaste,
y me dejaste de a pie.
Te juro, nunca dudé,
que vos eras el ladrón
y aunque no tengas perdón
yo jamás te delaté.

-Después llegó a mis oídos
que la partida enfrentaste
y que una banda formaste
de cuatreros y bandidos.
Yo sé que andarás metido
en algún oscuro enredo.
Me señalan con el dedo
tan solo por ser tu hermano.
Precisarás una mano
pero… ayudarte no puedo.

-Ya ves, yo no te pedi,
ni ayuda ni protección,
tan solo quería el perdón
de la madre que perdí.
Si murió pensando en mi
moriré pensando en ella.
¿O no ves que allá, en la huella
ya se acerca la partida?
Quieren quitarme la vida
para sumarse una estrella.

-Hermano, voy a pelear,
yo jamás me entregaré.
Y si hasta aquí disparé
aquí los voy a esperar.
No los alcancé a contar
pero vienen en malón,
no he pedirles perdón
ni he de darles el revés.
Te juro que sin son diez
hay cinco pa’ mi facón.
………………………
Y diciendo así el cuatrero,
besó la cruz del facón
cual murmurando un sermón
se metió en el entrevero.
Su hermano bajo el alero
volvió la vista al pasao
y al ver que se había acunao
como él, en la misma falda
dando espalda con espalda
murieron acribillaos.

Versos de Juan Mario Magallán