lunes, 6 de marzo de 2017

DOS PAISANOS

Una mañana temprano
como pa’ fines de agosto
en un callejón angosto
se cruzaron dos paisanos,
uno montao en un ruano,
otro un overo azulejo,
con traza de venir lejos
llevaba de tiro un pampa,
por el porte, por la estampa,
los dos criollos y parejos.

- Güenos días, aparcero
(el del azulejo dijo,
el otro hombre prolijo
saludó con el sombrero);
disculpe, soy forastero
y ando tras de un rumbo vago.
-Nacido y  criao en el pago
aquí estoy pa’ lo que ofrezca.
-Se agradece. -No agradezca
que entre criollos no hay halagos.

-Soy del lao de Lobería
y ando campeando unos pingos,
me faltan desde el domingo
a la fecha, cinco días,
anoticiarme quería
porque yo, ni un rastro hallo.
-Y, ¿cómo son los caballos?
-Cuatro a saber: un cebruno,
un pangaré, un lobuno
y un potrillo overo bayo.

-Ayer a la tardecita,
crucé con una tropilla
y recuerdo un testerilla
y un zaino cola cortita,
si el cebruno que me cita
llava la cola al garrón,
el potrillo es retacón
y el lobuno sin tusar,
creo que lo haré rumbiar
con muy buena dirección.

-Ya tiene mi gratitú,
indique el rumbo, esos son.
-Siga por el callejón
hasta dar con un ombú,
de allí con rumbo pa’l su
unas dos leguas avance,
saldrá al boliche ‘El Remanse’
ayí los vide acampao,
si apura un poco el montao
pa’ la siesta les da alcance.

-De Irineo Centurión
vaya el agradecimiento
con mi mano el sentimiento
por esta gaucha atención.
-Si pega la vuelta, don,
mi nombre es Telmo Barraza,
como a media legua escasa
hallará un molino viejo,
tope con el azulejo
que allí encontrará su casa.


Versos de Víctor Nicolás Di Santo

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