sábado, 24 de junio de 2017

MARCAS DEL TIEMPO

Galpón de la estancia vieja
al abrir tu puerta oscura
siento la triste amargura
de una vida que se aleja.
En tu paré se refleja
todo un tiempo amontonau,
la humedá que se ha ganau
te saca el revoque a gatas
y asoman las alpargatas
en barro crudo asentau.

Al mirar hacia un rincón
donde hay manchas de humareda
en donde más de un linyera
le diera vida a un fogón;
tan solo quedó un cajón
comido por las poliyas
con herraduras, variyas,
varios pedazos de fierro
y sin badajo un cencerro
quién sabe de qué tropiya…

Se ha tumbao una nortera
con el máiz amojosao,
una laucha la’aujeriao
pa’ verle un granito afuera;
del viejo arao de mancera
quedó la reja oxidada
y de aquellas choriciadas
tan solo quedan las cañas
donde las telas de arañas
tienen moscas enredadas.

Un catre patas gastadas
que ya no tiene remedio
con la lona desde el medio
al otro extremo rajada.
Sobre dé’l quedó tirada
una revista “El Hogar”,
hay un tarrito a la par
que todavía se conserva
de “Salus”, aqueya yerba
con la que aprendí a matear.

Entre la paré y el techo
el tiempo le dejó un hueco
donde con pastito seco
la ratonera hizo un lecho;
junto a ese nido maltrecho
están colgao los aperos,
resecos y cortao, fieros;
un freno copas de plata
y entre eso aparece a gatas
un par de zuecos tamberos.

Vuelvo a cerrarte la puerta
pa’ echar de nuevo cerrojo,
y una lágrima en los ojos
del letargo me despierta.
Verte así me desconcierta
mi vieja y gaucha guarida,
es que en cada atardecida
más lejos te estoy sintiendo
o será que están cediendo
los horcones de mi vida.


Versos de Enrique Mario Cabrera

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